El nuevo panfleto les prohibía a los residentes cualquier movilización. En el folleto, además, se indicaba que el grupo no respondía de los niños, mujeres y hombres que se encontraran en el "lugar equivocado".
Esta incesante fuente de amenazas no parece tener fin. Según algunos expertos, uno de los factores es que el problema no recibe la atención necesaria en la agenda de las autoridades.
Los analistas advierten de las terribles consecuencias que podría generar que Bogotá no aplicara medidas urgentes para cambiar esta situación.
"En mi concepto, estas zonas territoriales que controlan los paramilitares continúan. Si el Gobierno no interviene, aumentan las violaciones a los derechos humanos. El Gobierno le debe una respuesta al país frente al fracasado proceso de paz con los paramilitares", asegura José Ernesto Rey Cantor, ex juez ad hoc de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Surgido en los años 70 como un grupo de la extrema derecha y conocido como Autodefensas Unidas de Colombia, su objetivo principal era combatir a la guerrilla. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, las cosas cambiaron radicalmente. Así, tras un polémico proceso de desmovilización de los paramilitares, el grupo, en lugar de desaparecer, dio vida a nuevas bandas criminales.
"Efectivamente, estos grupos azotan a la población en muchas zonas del país, quieren tener el control del territorio colombiano, control de la población, para poder beneficiarse de múltiples formas de negocios criminales. El principal, obviamente es el narcotráfico", afirma el analista político Alfredo Rangel.
Ante este incierto panorama, mientras unos aplauden los pasos de paz que emprenden el Gobierno colombiano y las FARC otros indican que esta anhelada paz no llegará mientras existan zonas bajo el dominio de las bandas paramilitares.
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