¡Hasta Siempre Hugo Rafael ! |
Luz Marina López Espinosa.- Alianza de Medios y Periodistas por la Paz
“ Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos y a partir de este momento es prohibido llorarlos”
Hoy te saludamos Hugo en el día en que vas a reposar en el Panteón de los Héroes dándote la mano con el Padre Simón sueño secreto que pocos sabían, muchos intuían. ¿Sí lo pudiste imaginar cuando eras apenas un soldado derrotado prisionero en San Francisco de Yare?
“ Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos y a partir de este momento es prohibido llorarlos”
Hoy te saludamos Hugo en el día en que vas a reposar en el Panteón de los Héroes dándote la mano con el Padre Simón sueño secreto que pocos sabían, muchos intuían. ¿Sí lo pudiste imaginar cuando eras apenas un soldado derrotado prisionero en San Francisco de Yare?
Las más justas palabras que se te han podido decir en este triunfante remontarse a la eternidad, las de tu entrañable Fidel interpretándonos a todos: “¡Hasta siempre Comandante!”. ¿Habrías podido imaginarlas dichas por quien ya había hecho historia –¡Fidel, sí Fidel!- cuando tú apenas eras un niño que sólo quería ser campeón de béisbol?
Hoy cuando el mundo te llora, ese caudal es a la manera de sentencia definitiva sobre tu vida y obra. Pocos líderes en el mundo fueron más escarnecidos por los poderosos de la tierra, objeto de más feroz inquina por los que al vaivén generoso de la rosa de los vientos, podían propagar a todos los rincones los hechos de los hombres. Y sin embargo, ese torrente, ese fatigado pero incansable peregrinar de miles y miles que un día, como quien exhibe una reliquia orgullosos contarán a sus hijos y a sus nietos “yo toqué su féretro, yo vi su rostro un instante”, sentencian que fue buena tu obra, que fue bien rendida la jornada. Que poco se llevó la muerte, porque todo lo dejó a la vida.
Llegan resonancias de Martí: “Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar.”
Otros, aún en vida ya celebraban tu muerte. “Pobres hombres” dirías, tú tan festivo y emotivo como eras, de pronto caviloso filósofo, ecos de Séneca, de Diógenes, de Sócrates. Y el Comandante bajado de su pedestal de estadista, no respondió como tal sino como corazón humano que bullía en ansias de fraternidad aún con su contrario por imposible que ello fuera por su contumacia: “Todo lo malo que me deseen yo se lo devuelvo pero en amor”.
Y a esos pocos o sean muchos, les decimos: Tanathos es deidad de hojalata e ingrata que no estima a sus devotos. Y también complacida un día los recibirá en su tabernáculo. No hay que adorar falsos dioses.
Presidente, Comandante, Amigo: las banderas que levantaste tan alto, no serán arriadas. Tal tu triunfo sobre la muerte, seguir gobernando desde la eternidad.
¡Gloria al bravo Chávez!
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