Victoria Sandino. Foto: Carlos A. Lozano Guillén. |
La negociadora de las FARC es enfática en afirmar que el cumplimiento de lo pactado dependerá de las organizaciones sociales y la sociedad en general. Entrevista
Si los diálogos de paz finalizan exitosamente, Victoria Sandino se ve trabajando con algunas de las comunidades con las que estuvo en su vida guerrillera, en Arauca, el Quindío o el Caquetá, donde sabe que los campesinos la aprecian por el trabajo que con ellos realizó.
Esta mujer que ahora cumple una misión en La Habana encomendada por su organización, pero con una responsabilidad para toda Colombia, desde muy joven sabía que iba a ser una revolucionaria.
De niña y joven jugó béisbol, baloncesto y voleibol. De corazón hincha del Junior y Jaguares, aunque dice tener sus dilemas con este último.
Su niñez fue feliz: “Tuve una niñez bacana con mi familia, mis hermanos, recuerdo las fiestas de navidad”. Rememora cuando su padre le enseñó a leer y escribir antes de ingresar a la escuela, y cómo ella le enseñaba a sus hermanos menores.
Oriunda de Tierralta, Córdoba, en su lucha ha recorrido casi todo el país. En su pueblo hizo trabajos con jóvenes, campesinos y mujeres. En la década de los 80, con las cartillas del Ministerio de Educación se iba con la Juventud Comunista, JUCO, en sus periodos de vacaciones escolares al campo a alfabetizar. Tal vez esa labor política la marcó porque también quiso ser profesora.
En una de sus visitas de niña a su abuela en el campo, vio pasar hombres y mujeres vestidos de verde, con armamento y morrales. Su sorpresa fue ver mujeres así, pues en el pueblo estaba acostumbrada a ver a los hombres de la Policía; al preguntarle a la anciana si eran policías ella le dijo que sí, que era la policía del monte. Fue una idea que le quedó sonando por mucho tiempo, hasta que años después volvió a ver a uno de los insurgentes y comprendió que era guerrilla.
Huyendo del genocidio contra la Unión Patriótica interrumpió sus estudios de secundaria en el Quindío. En sus años de revolucionaria ha estado acompañada por lecturas de todo tipo como de formación política y filosófica, aunque dice haber sido marcada por “Así se templó el acero”. También es amante de García Márquez y para relajarse lee poesía: “Soy una poeta frustrada”.
Con rapidez y seguridad da su concepto sobre el amor: “Lo es todo, es lo que mueve al ser humano. Por amor estoy aquí, por amor a una causa, a este pueblo, a las comunidades, a los campesinos, a mi familia, a mis compañeros de lucha, a la gente en general”.
En Bogotá estudió periodismo y las pasantías las hizo en el periódico conservador El Nuevo Siglo. Desde mucho antes de graduarse tenía claro que se iría para la guerrilla. Su formación universitaria le sirvió mucho en la vida guerrillera, la que inició en 1993 y no en 2003 como ha dicho la prensa.
La última vez que lloró fue el día que Timoleón estrechó su mano con el presidente Juan Manuel Santos, y lo hizo por una serie de emociones encontradas: Era el fin de uno de los temas más difíciles de pactar; recordó el encuentro de Pastrana con Manuel Marulanda en el Caguán; los esfuerzos de Alfonso Cano para dar inicio al actual proceso y pensó que si el Gobierno no se hubiera levantado de la mesa hace 17 años se hubieran evitado muchos muertos de parte y parte.
El futuro
–¿Cómo fue su ingreso a las FARC?
–Me tocó mucho trabajo de formación, me perseguía la profesión que cuando chiquita pensé ser. Tuve que dar muchos cursos políticos porque desde hacía años tenía formación y práctica política. Enseñé a hacer propaganda guerrillera, para comunicadores, cursos de redacción, radio, video, a camarógrafos de guerra. Esta última fue una actividad muy bonita que hacía con mucha pasión porque sabía que de eso dependía la vida de quienes les tocaría hacer eso.
–¿En qué regiones del país hizo eso?
–Muchas. Estuve viajando al Bloque Sur, al Oriental, al Magdalena Medio, a varios.
–¿Recuerda cómo fue su primer combate?
–Fue mucho tiempo después de que ingresé porque estuve en las otras actividades. Hice huelga pa’ que me llevaran a un combate. Se hizo todo el proceso de preparación, pero en el momento del choque se cayó el plan, entonces no hubo manera de poner en práctica lo que había enseñado y lo que había trabajado en la parte militar y periodística.
–¿Cómo es un día suyo actualmente?
–Comienza a las cuatro o cuatro y media de la mañana y termina a las 11 o 12 de la noche. Si alcanzo a las cuatro reviso prensa, twitter, redes sociales y por internet pongo emisoras colombianas. Hay que preparar temas porque estoy en la subcomisión de redacción de acuerdos, hay que revisar, entonces, por ejemplo hay intercambio de propuestas, hacer reajustes. Si la contraparte presenta contrapropuestas debemos hacer observaciones, sugerencias, cambios y todo eso se hace con antelación para reunirnos a las 7 de la mañana y ajustar cómo vamos a sustentar en la mesa. A las 8 entramos a las oficinas y a la mesa: Debates y discusiones. Cuando hay cosas que no se pueden definir allí, salimos a consulta con el resto de los integrantes. Almorzamos a la 1 o 2 de la tarde. Luego seguimos trabajando, leyendo artículos, atendiendo la página web mujer fariana, respondiendo correos, trabajando con las comisiones internas, atendiendo gente, periodistas, video-chat, grabar saludos. Hay mucho agite.
–¿Qué piensa al ver la historia de los acuerdos de paz de las guerrillas con este Estado y que siempre desde el establecimiento se ha incumplido?
–Eso es cierto, siempre han incumplido. Pero este no es un acuerdo de las FARC y el Gobierno sino con la sociedad colombiana, aunque no esté aquí en La Habana. Por eso son importantes los mecanismos a establecer para que tengan el respaldo de la gente. Por eso insistimos en la asamblea nacional constituyente, porque si no, va a ser muy difícil. El problema es que el país tiene que estar comprometido. Por eso es importante saber qué tipo de paz es la que quiere la gente, eso lo determina la gente.
–Si el Gobierno cumple lo acordado ¿cómo se imagina a las FARC en el posacuerdo?
–Para que se consolide la paz tienen que cumplirse, y aunque el Gobierno debe tener voluntad va a depender en gran medida de la gente, de las comunidades y de las organizaciones sociales. Recuerde que los acuerdos son para Colombia, el acuerdo agrario tiene que tener una participación directa de las zonas agrarias, de las comunidades campesinas, de los indígenas, de las comunidades negras, de las mujeres. El acuerdo de participación política es igual, debe involucrar a la gente del campo y de todo el territorio colombiano. El cumplimiento de los acuerdos depende en gran medida de ellos. Aspiramos a ser una organización política, que no tengamos que hacer uso de las armas para sobrevivir, para hacer el ejercicio político que no es el ejercicio electoral, sino de buscar transformar la realidad a partir de propuestas y programas que construyamos colectivamente. Nos vemos como una gran familia fariana haciendo política desde los territorios, desde las regiones donde siempre hemos estado.
Victoria Sandino.. Foto: Carlos A. Lozano Guillén.
Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino
Semanario Voz
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