Nos preguntamos: dónde están Juanes, Bosé, Montaner, Vives y tantos otros hipócritas que pregonan la paz de los sepulcros.
Seguramente preparando un jugoso y lucrativo concierto patrocinado por el lobby sionista judio.
Van cerca de 300 niños y niñas asesinados producto del genocidio que el "ente sionista de Israel" comete en contra de la población civil de Palestina.
Israel no le dio tiempo al pueblo de Canaán de despedir en paz el año 2008, ni siquiera a los árabes cristianos de terminar de saborear la navidad, cuando les atacó de manera indiscriminada. Hasta el momento por lo menos 5 mil personas han resultado heridas, también la mayoría mujeres, niños y niñas.
El plan de exterminio y limpieza étnica que lleva a cabo Israel no tiene justificación alguna. No hay razón posible que excuse el uso de la bomba de fósforo, que afecta principalmente a la población infantil, que representa la mayoría en Gaza, un espacio convertido más que un Güeto, en un campo de exterminio masivo.
Los efectos de la bomba de fósforo que utiliza la fuerza de ocupación israelí en Palestina son terribles. Produce quemaduras de segundo y tercer grado; el fósforo daña el corazón, el hígado, el riñón, entre otros órganos principales. Está prohibido su uso en zonas civiles. Pero Israel califica a la población civil como "objetivos militares" y luego de muertos como "daños colaterales".
El estado forajido, delincuente, genocida, terrorista e inmoral de Israel no es la primera vez que usa fósforo. En 1982, esta arma mortífera, creada por Estados Unidos, fue experimentada en contra de la población del sur del Libano.
Tel Aviv, receptor de incalculables cifras de dinero, provenientes de las corporaciones sionistas, trasnacionales que manejan el capital mundial, los invierte en acabar con el pueblo de Palestina.
Y nos preguntamos: dónde están Juanes, Bosé, Montaner, Vives y tantos otros hipócritas que pregonan la paz de los sepulcros. Seguramente preparando un jugoso y lucrativo concierto, patrocinado por el lobby sionista judío. Además cuidando que ese dinero, lavado con la sangre de los niños y niñas de Palestina, siga alimentando sus cuentan bancarias.
¡Juanes, entonces tu paz, sí tiene fronteras!
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