sábado, 6 de agosto de 2016

Tiempos de ciudadanía

Por Antonio Madariaga Reales 

   
Para los y las ciudadanas de Colombia, que durante tantos años entramos en el escenario mundial por la puerta trasera de la identificación con la violación de los Derechos Humanos, la violencia y el narcotráfico, es una perspectiva sumamente halagadora reingresar a este con el orgullo de haber sido capaces de construir la paz, transitando por las anchas avenidas de una democracia viva, con una ciudadanía activa y presente y una institucionalidad democrática.

   
     
El comunicado conjunto 83 presentado en La Habana el día de ayer 5 de Agosto de 2016 en el que se anuncia que “se establecen de manera clara las fases de planeamiento y ejecución que permiten: el despliegue del Mecanismo de Monitoreo y Verificación (MM&V) a nivel nacional, regional y local para que pueda realizar su labor; la adaptación de los dispositivos de la Fuerza Pública en el terreno; el funcionamiento de las 23 Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN) y 8 Puntos Transitorios de Normalización (PTN) que se han definido de común acuerdo; y los procedimientos específicos y el cronograma que se desarrollará durante el cese al fuego y la dejación de armas”1, es un importante paso que nos confiere la certeza que al llegar el fin del conflicto armado con las FARC-EP cada vez se acerca más, por lo tanto, el tiempo pleno de la ciudadanía. Felicitamos a las partes por tan significativo logro.


A pesar de la creciente apertura a la participación que ha tenido la Mesa de Conversaciones, (han participado muchos colombianos y colombianas tanto en Colombia y el exterior a través de los Foros organizados por el PNUD y la Universidad Nacional, así como a través de medios virtuales; han estado en la Mesa de Conversaciones en La Habana representantes de las organizaciones de mujeres, de diversidad sexual, de las etnias y de víctimas) y de que ha recibido la Mesa importantes aportes de especialistas de diversas partes del mundo y de Colombia, solo ahora es posible vislumbrar la posibilidad cierta de una ruta ciudadana para la paz.


En la medida en que se acerca la firma del acuerdo final es posible encontrar los hitos de esa ruta ciudadana. En un marco de comprensión de los acuerdos, para el que es aún muy insuficiente la pedagogía realizada, se trata de lograr la apropiación necesaria y suficiente para una gran movilización ciudadana hacia la refrendación de los acuerdos. La naturaleza misma del acto, el plebiscito es un mecanismo de participación ciudadana que a quien apela, a quien interpela es a la ciudadanía directamente, asigna y reconoce entonces el papel decisorio de la ciudadanía en la definición de un futuro sin guerra para todos y todas.


Apela a una ciudadanía informada, consciente, deliberante que además de responder al anhelo general de la paz, descubre en los acuerdos de La Habana, (además del obvio y no por ello menos importante, horizonte del cese del dolor, las heridas y el sinsentido de la guerra), que ellos contienen oportunidades para la extensión y profundización de la democracia, la plena vigencia y respeto a los derechos humanos y el ejercicio de la ciudadanía. Por eso el proceso que implica este mecanismo de participación ciudadana; las campañas que arrancarán formalmente cuando el Consejo Nacional Electoral las reglamente, una vez conocido el fallo de la Corte Constitucional, tienen que ser ante todo procesos de intensa pedagogía, (ponemos al servicio de ese propósito la campaña de movilización social Común Acuerdo, comunacuerdo.co), porque no se trata solamente de aprobar contundentemente los acuerdos, se trata también de lograr suficiente ciudadanía para la implementación exitosa de los mismos.


Los retos para la ciudadanía comprenden el acompañamiento ciudadano al Mecanismo Tripartito de Verificación y Monitoreo del Cese Bilateral y Definitivo de Fuego y Hostilidades, para que las redes sociales en los 22 municipios de las Zonas Veredales y en los 8 de los Puntos de Normalización sean los ojos y los oídos del mecanismo, pero también la generación de propuestas para la escogencia de los Comisionados de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad y sus metodologías y expresiones territoriales y la garantía de acceso de las víctimas, de todas, etnias, poblaciones, sectores, etc. a ella, y propuestas para la selección de los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz, (JEP) y la preparación de las víctimas y sus organizaciones para la presentación de casos en esa Jurisdicción, y la participación en la deliberación de asuntos cruciales como el Estatuto de Garantías para la Participación Ciudadana y la Protesta Social, o en la deliberación del Estatuto para las Garantías del Ejercicio de la Oposición, o de la Reforma del Sistema Electoral, en este período.


Y más adelante en la implementación de diversos puntos de los Acuerdos, en los métodos, las condiciones y los tiempos para la erradicación voluntaria de cultivos, P.E., o en los Planes Especiales de Desarrollo Territorial, o en las Circunscripciones Especiales de Paz, para citar algunos más.


Ese ejercicio ciudadano deberá integrarse a un espacio que necesariamente habrá de crearse para la transición y que deberá dar cuenta de varias cosas. La primera de ellas dar continuidad a la Mesa de Conversaciones, en el sentido de resolver las diferencias de interpretación que surjan en lógica de implementación de lo ya acordado entre las partes.


En segundo lugar dar respuesta a los vacíos que la realidad demuestre que existen para la puesta en marcha de los acuerdos, y estamos seguros que así ocurrirá en este caso, en el que además y a pesar de los cuidados detalles que las partes consignan en acuerdos y protocolos, han pactado tiempos que no se encuentran en procesos anteriores en el mundo, como una dejación total de armas en solo 60 días, entre el día D+90 y el día D+150 y unas Zonas de Normalización de sólo 180 días. En tercer lugar y ya que las experiencias internacionales han demostrado suficientemente que la verificación y monitoreo de la implementación apenas comienza cuando termina la dejación de armas, la loable intención que se encuentra en la definición de que el día D+180 terminan las Zonas y Puntos Transitorios y después siguen las cosas de manera más o menos inercial, no tiene sustento en la realidad. Grandes desafíos no esperan el día D+181 y a partir de allí. Nada menos que la construcción de la Paz sostenible y duradera que en el período de transición tiene como supuesto garantizar la efectiva implementación de los Acuerdos.



Para ese período, habrá necesidad por lo tanto de crear un mecanismo de Acompañamiento, Monitoreo y Verificación de la Implementación de los Acuerdos que reporte al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; anticipamos que ya Colombia solicitó y aceptó entrar en esa órbita con la aprobación de la Resolución 2261 de 2016 para la creación de la Misión Especial de monitoreo y verificación del acuerdo sobre el cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo y la dejación de las armas, por lo que no resultaría ninguna novedad su competencia para participar en garantizar el exitoso camino de la construcción de paz.



Este mecanismo de naturaleza cuatripartita además de las Farc y el Gobierno deberá tener un componente internacional, preferiblemente de Naciones Unidas, y una representación de la sociedad civil, parte de la cual podría provenir del Consejo Nacional de Paz aunque no exclusivamente de este, pero sólo si ese espacio logra adquirir un lugar significativo en la pedagogía y en la formulación de la Política de Paz de Estado y la legitimidad que se debería derivar de manera automática de su composición pero que no es así.



Para los y las ciudadanas de Colombia, que durante tantos años entramos en el escenario mundial por la puerta trasera de la identificación con la violación de los Derechos Humanos, la violencia y el narcotráfico, es una perspectiva sumamente halagadora reingresar a este con el orgullo de haber sido capaces de construir la paz, transitando por las anchas avenidas de una democracia viva, con una ciudadanía activa y presente y una institucionalidad democrática. Pero ante todo con la certeza que hemos creado las condiciones para que nuestros hijos y nietos caminen por esta tierra liberados de la ominosa sombra de la muerte que siempre acompaña la opción por la guerra. Por eso no renunciaremos a la esperanza siempre renovada que también se abrirá paso una negociación con el Ejército de Liberación Nacional - ELN.



Coda 1: Nos congratulamos con el regreso a la libertad de Carlos Velandia, lo que reafirma que nos encontramos ante una oportunidad única para empezar a transitar sendas de reconciliación.


Antonio Madariaga Reales
   
     
Director Ejecutivo Corporación Viva la Ciudadanía










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