Por: Miguel Urbano Rodrigues
Alfonso Cano, comandante-jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, cayó combatiendo el día 4 de noviembre. Alfonso Cano se batió por la liberación de Colombia durante más de cuatro décadas. De origen burgués, rompió con su clase social en la Universidad de Bogotá cuando estudiaba Antropología.
Dirigente de la Juventud comunista conquistó allí el respeto de profesores y colegas por su talento, cultura y firmeza de carácter. Era un intelectual brillante que, cuando se adhirió a las FARC, tenía un conocimiento profundo de los clásicos del marxismo y de la historia de su país.
Junto a Jacobo Arenas ha sido uno de los más creativos ideólogos de la organización revolucionaria. Por lo tanto, a la muerte de Manuel Marulanda su nominación como comandante-jefe, no sorprendió.
Como era de esperar, ahora llueven sobre el presidente Juan Manuel Santos felicitaciones de los dirigentes de los países imperialistas. Ellos transforman el crimen en gran victoria de la democracia contra el terrorismo.
Los media del sistema ya elaboraron y divulgaron una extensa lista de los «crímenes» cometidos por el «terrorista» y «narcotraficante» muerto.
Omiten, obviamente, que Alfonso Cano fue el responsable del proyecto que las FARC enviaron a la ONU y al gobierno colombiano en los años 90, proponiendo la erradicación, en un plazo de 10 años, de la cultura de la coca del municipio de Cartagena del Chairá, el mayor productor de la planta en el país. Esa experiencia piloto exigiría apenas el modesto financiamiento de 10 millones de dólares. La iniciativa fue, además, inmediatamente vetada por l gobierno de Bogotá, considerado por Washington modelo de democracia y su mejor aliado en América del Sur.
La oligarquía colombiana festejó, naturalmente con entusiasmo, la muerte del líder de las FARC. La organización guerrillera define el régimen, desde la presidencia de Uribe, como fascistoide. Y no exagera en el calificativo.
El Presidente Juan Manuel Santos, ministros y generales se dislocaron a Popayan, capital del Departamento del Cauca donde fue asesinado Cano, para ver su cadáver expuesto, condecorar a los matones y celebrar el crimen en ambiente de entusiasmo. Los militares aclararon que en el campamento donde tuvo lugar el último combate fueron encontradas las computadoras del comandante y que su contenido «será estudiado». La noticia luego recorrió el mundo. Todo indica que el gobierno, repitiendo el uso que hizo de las computadoras manipuladas del comandante Raúl Reyes, en breve hará públicas revelaciones sensacionalistas sobre su descubrimiento. . .
La cabeza del comandante Alfonso Cano, como la de otros miembros del Secretariado del Estado-mayor central de las FARC tenía precio, en este caso una recompensa de más de un millón de dólares. Para Santos y sus epígonos es incómodo reconocer que en la Operación «Odisea» - insulto al héroe griego de Homero - montada para abatir al comandante de las FARC, participaron 2300 oficiales, sargentos y soldados, aviones Hércules y muchos helicópteros.
A inicios de año el gobierno de Bogotá divulgó noticias según las cuales Alfonso Cano se encontraba en el Oriente , próximo a la frontera de Venezuela. Eran falsas.
EL Secretariado de las FARC, en lo momento en que escribo aún no se ha pronunciado sobre las circunstancias del crimen.
Pero el simple hecho de que las selvas del oriente del país disten cerca de 800 kilómetros del municipio de Suárez, en el Cauca, donde él murió después de dos bombardeos masivos y un cerco montado por tropas especiales invita a la reflexión. Las dos cadenas de gigantes andinos de la Cordillera Oriental y de la Central separan esos frentes de combate.
Ignoro por dónde se movió Cano en los últimos meses. Las declaraciones al diario El Tiempo de los militares que lo mataron no inspiran confianza. Pero todas coinciden en un punto: Alfonso Cano cayó combatiendo!
La capacidad estratégica y la movilidad de los guerrilleros de las FARC, cruzando montañas, ríos y selvas, en travesías que la Historia registró e inspiraron a poetas y novelistas solamente encuentran precedente en la saga de Bolívar por los Andes, durante la campaña de liberación de Nueva Granada (la actual Colombia).
Alfonso Cano, como Jorge Briceño, Jacobo Arenas y Manuel Marulanda sobrevivirán por su ejemplo, como revolucionarios comunistas, que en vida conquistaron el respeto de millones de compatriotas. Muertos, sus nombres permanecerán en la historia como héroes de América Latina.
Durísimos han sido los golpes recibidos en los últimos años por la organización guerrillera más antigua del continente, que se bate hace más de cuatro décadas por una Colombia democrática, libre, progresista, enfrentando un ejército de 300 000 hombres, armado y financiado por los Estados Unidos.
Pero la jerarquía de la Iglesia católica e inclusive la oligarquía criolla son conscientes de que no hay solución militar al trágico conflicto que llena de sangre la nación.
La euforia de Juan Manuel Santos – protector de paramilitares asesinos - no consigue ocultar su certeza de que el combate de las FARC va a proseguir. Él mismo reconoce ya esa evidencia. Los media oficiales evalúan en 10 000 el número actual de guerrilleros de las FARC.
¡En Colombia la lucha de las FARC continua!
Vila Nova de Gaia, 5 de noviembre de 2011
Traducción de Marla Muñoz
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