miércoles, 26 de diciembre de 2012

Amarga navidad para presos de Picaleña


Por Nelson Lombana Silva .- PaCoCol

(Ibagué, diciembre 26 de 2012) La bella tradición de la navidad fue amarga para los Más de cinco mil presos que se encuentran hacinados en la penitenciaría de Picaleña de la ciudad de Ibagué, Tolima. Sin embargo, y haciendo honor a la verdad, fue más lamentable para los familiares que haciendo ingentes esfuerzos viajaron de distintas regiones del país a compartir un pedazo de natilla y de buñuelos con sus seres queridos, pero que les tocó que echar todo al cesto de la basura porque los señores del INPEC no permitieron el ingreso de nada.


“Me impresionó sobre manera ver a un niño botando la coladita que su mamá le había preparado para darle allá adentro junto con el familiar detenido. Eso debería denunciarse con fuerza. Así pude constatar la humillación extrema”, dijo una madre impotente y visiblemente indignada.

Era visita femenina. Todo parecía normal. Las requisas extenuantes y el trato displicente de algunos guardias que se creen “supermanes”. La entrada se programó para el 24 de diciembre. Por eso, los familiares juntaron sus “capitales” para llevarles a los suyos una comidita especial. Todas esas viandas fueron a parar al cesto de la basura. Algunas mujeres sacaron prestado para pagar para que les guardaran esa comida.

En gesto burlón algún comandante guardia le dijo a algunas mujeres: “Eso regálenos esos productos para nuestros hombres”. Algunas protestaron solicitando una explicación, explicación que no dieron, dieron fue amenazas. “Hay que tenerlas en cuenta – dijo un guardia – para dejarlas de últimas a la hora de la salida”.

Así las cosas, los detenidos se vieron precisados a compartir su poca y mala ración que el INPEC les suele suministrar, quedando con hambre. “Comí un poquito de arroz y me dio asco. No tenía ni manteca ni aliños, ni sal. Queda uno impresionado con esa calidad de alimentación. Y eso que ellos dicen que cuando hay visita dan la mejor alimentación para que el visitante se lleve una falsa idea”, dijo una de las muchas mujeres que visitaron el penal de Ibagué este 24 de diciembre.

Llegar al patio del detenido es toda una odisea. Son varios los anillos de seguridad que hay que superar: En el primero le colocan dos sellos; en el segundo, se presenta la cédula de ciudadanía y hay un primer registro donde le preguntan si la persona a visitar es condenada o sindicada y en qué patio se encuentra; el tercer anillo, es la requisa minuciosa de los perros; el cuarto anillo, le revisan la comida, se la revuelcan al derecho y al revés; el quinto anillo, es una requisa minuciosa en un cuarto semi oscuro, lo tocan de la coronilla a los pies, le tocan por delante y por detrás y adicionalmente le colocan un detector de metales por todas partes; el sexto anillo, lo hacen pasar por un detector de metales y lo hacen sentar en una silla, allí vuelven y le colocan otro sello; séptimo anillo, otra fila para colocarle otro sello con el número del patio que se va a visitar, le limpian el dedo índice generalmente; octavo anillo, presenta dos cédulas, la real y una copia, le toman la huella dactilar y le dan un número; noveno anillo, con la ficha le toman una foto; décimo anillo, le colocan un sello invisible; once anillo, se reporta el visitante en el patio correspondiente, allí lo relaciona y finalmente le dan vía libre.

A la salida es otra odisea bien engorrosa. Encierran a todos los visitantes en un solo salón grande y allí los tienen generalmente una hora, mientras cuentan los internos y hacen la respectiva relación de normalidad. Es una espera eterna, triste y monótona. La gente silba y exige la libertad, pero ésta llega tarde. Poco a poco el INPEC va evacuando el personal sin afán, como dice Gabo, “mamando gallo”. “Todo eso, dijo un detenido, es para aburrir al visitante para que no vuelva”.

Por eso, hemos insistido en que la cárceles son otro mundo, o mejor sub mundo, lleno de injusticia, donde se ven a diario imágenes horroríficas, verdaderos cuadros dantescos e inhumanos, en un país supuestamente democrático, de leyes y dizque de plenas libertades y respeto a los derechos humanos.

Una vez más los detenidos lanzan un S.O. S. a las organizaciones defensoras de Derechos Humanos del orden nacional e internacional para que hagan acompañamiento y estos desafueros sean conocidos por parte de la comunidad internacional. Santos no puede continuar por el mundo presentándose como el paladín del bien, mientras estos horrendos hechos se suceden a diario en las cárceles del país. Hay que recordar que los presos políticos no nos delincuentes, son luchadores por la paz, la justicia social y el socialismo

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